Tu voz se vuelca en mi oído
sintiendo tu aliento acariciar mi piel,
sumergido en su sonido de terciopelo,
mientras bajo tu blusa
palpitan palomas blancas.
El soplo sereno de la brisa
trae la complicidad de las miradas
y el inmenso afán oculto que se advierte
en la erizada piel de los sentidos.
Una música cautiva
desborda de luz tus ojos,
que alumbra y enamora,
queriendo penetrar otros espacios…
Y yo quedo atado a tus labios
en misteriosos cielos de silencio y alma,
esperando tu intimidad desnuda.
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