05 julio 2015

NOVIEMBRE


     Son las gotas que salpican sus pies por querer estar en la orilla, el arduo empeño de sus ojos comiéndose el mar que avanza horadando la arena; el destello duro del sol escapando de las garras de una nubes opacas y el aire frío del invierno que nos hace resguardar sobre las ajadas maderas que se levantan oteando el mar. Vamos dibujando huellas sobre el paisaje extremado en que nos reunimos, sumergidos en los latidos de los corazones, despojados de las miradas fragmentadas de súbitas confesiones. Dos cuerpos que se aman en el claro enigma del desconcierto. A nuestros pies apoya el tiempo su triunfo, su gloria a costa de nuestro padecer, del embrujo del instante en que se acelera la sangre con vientos de rosas. Pero seguimos juntos, transparentes, con el ardor de quien  ha encontrado la dicha, con el instinto cincelado a sombras y al sol de noviembre tendido en su cara -fragmento de una verdad indeleble- en el éxtasis del tránsito de su cuerpo que se adormece en nuestro secreto, mientras los días van pasando sin sentirlos.

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