Te habrán amado, si,
con ese vértigo implacable
que produce el sucumbir
a la certeza de tu cuerpo
y en el egoísmo que lleva
a la incertidumbre,
-a veces absurda- en que uno
se pregunta tantas cosas.
Habrás tenido la sensación de
saberte en el sueño irrepetible,
en la delicia lenta, de la ilusión
escondida en el paisaje de
la ventana de la fantasía.
Todo ha quedado en la realidad
de enfrentarse al recuerdo de
aquellos intensos días
y a la última esperanza
de sentirte feliz conmigo.
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